1.3. Características de una publicación
1.3.2. Características específicas: impreso frente a digital
La desaparición del formato impreso lleva anunciándose desde finales del siglo xix, cuando diversos avances tecnológicos clamaban la muerte del papel en favor de los nuevos formatos eléctricos. Sin embargo, es curioso que el formato impreso ha ido transformándose y adaptándose a lo largo del tiempo y todavía está muy presente entre nosotros. Ahora bien, sabemos que de manera oficial y desde hace ya muchos años, el papel convive en estrecha compañía de textos digitales en línea, e-books, smartphones, etc. Una buena parte de los textos están editados en la nube digital y son de acceso telemático, rápido y directo, independientemente del lugar donde el lector se encuentre (Coloma y Marco, 2017, pág. 24).
Características de la publicación impresa
Como característica propia de la publicación impresa encontramos que generalmente utiliza el soporte papel. Aun así, existen infinidad de publicaciones-objeto y experimentales impresas sobre soportes como plástico, tela, madera o cualquier superficie que podamos imaginar. Eso sí, estas superficies siempre darán lugar a un objeto físico, tangible, con una textura y peso apreciables al ojo y al tacto. Los distintos tipos de papel poseen unas cualidades expresivas muy interesantes en cuanto a textura, tono y gramaje, que influyen positiva o negativamente en el impacto de nuestra publicación según los seleccionemos. Lo mismo ocurrirá con los otros soportes que hemos mencionado. Cada elemento cuenta.
El uso de color es esencial también en una publicación digital, pero en una publicación impresa cobra especial relevancia. Según el tipo de tintas que se utilicen, estas causarán una sensación u otra. No es lo mismo una impresión tipo fotocopia en blanco y negro de tóner que una publicación impresa con tintas directas fluorescentes de tipo Pantone. Entre estos dos extremos, hay infinidad de opciones intermedias que podemos explorar, todas ellas válidas. El tipo de tintas elegidas irá unido también al sistema de impresión que elijamos para imprimir nuestro proyecto. Este puede ir desde las mencionadas fotocopias a la impresión digital, la Riso, la tampografía, la serigrafía, el offset y otras combinatorias clásicas o experimentales (ver apartado 3.4).
Otro elemento propio de las publicaciones impresas es la tirada. La tirada de una edición es el número de ejemplares que se producen de ella. Desde un ejemplar a mil o diez mil, según nuestras necesidades y nuestro presupuesto, todo vale. Cuando conceptualizamos nuestra publicación, es necesario tener en cuenta cuántas copias de ella queremos imprimir.
En una publicación impresa influye también el tipo de encuadernación que elijamos. Existen opciones muy interesantes que podemos hacer nosotras mismas, desde la típica grapa a los cosidos a mano por cuadernillos. También podemos elegir una encuadernación japonesa, rústica fresada, con tapa dura o blanda, encuadernado vista, grapa omega o de colores, acordeón, con fástener, en espiral… Y, por último, nuestras publicaciones pueden tener acabados especiales: stamping, encartados, perfilados, lacados, etc.; y podemos incluir extras, elementos adicionales como objetos, inserts, soportes sonoros, etc., que puedan acompañar a nuestra publicación.
Características de la publicación digital
El universo digital es inabarcable y, como sugería el título de la exposición Ahogarse en un mar de datos celebrada en La Casa Encendida de Madrid en 2019, si no queremos que nuestra publicación se ahogue antes de nacer, es recomendable elegir cuál es el lugar del entorno digital donde nos conviene más alojarla, el más adecuado para la difusión que queramos darle. ¿Estará dentro de una página web con opción a descarga? ¿Será directamente un blog? ¿Queremos hacer un podcast? ¿Acaso una publicación sonora albergada en un Bandcamp o similares?
La principal ventaja que tienen las publicaciones digitales es la lectura no lineal que nos permiten hacer. Como dice Alessandro Ludovico, el hipertexto, que se establece a mediados de los años ochenta del siglo xx, es la posibilidad de crear a través de software una estructura funcional de texto totalmente nueva en el espacio digital (Ludovico, 2012, pág. 27). Esta estructura nos da una capacidad de navegación aumentada y relacional que muchos proyectos de publicaciones digitales han sabido explorar al máximo.
Aunque una publicación digital no ocupe un espacio físico palpable (el lugar físico que realmente ocupa está en un centro de datos, en un servidor de algún lugar del mundo), si queremos que esta sea consultada de manera ágil e incluso que pueda compartirse fácilmente por medio de su envío por correo electrónico o similares, no tenemos por qué escatimar en la cantidad de páginas que tenga, pero sí que es aconsejable controlar el peso del archivo para que no sea excesivo y difícil de mover. Para ello, intentaremos optimizar los documentos al máximo, sobre todo bajando la resolución de las imágenes a 72 puntos por pulgada, que es suficiente para una visualización en pantalla. También podemos comprimir ligeramente los archivos, siempre revisando el proceso, ya que una compresión excesiva dificulta la lectura de imágenes y textos.