4.3. Cambio de ciclo: creación en la era del Big Data
4.3.3. Remezclas de la vida digital
La cultura de la pantalla ha impuesto el simulacro de vivir y sentir a distancia.
Nos hemos convertido en grandes creadores y consumidores de material digital, tal como afirma Ingrid Guardiola:
Las imágenes se han convertido en una nueva torre de marfil que aísla a los ciudadanos al mismo tiempo que los conecta.
I. Guardiola (2018). L’ull i la navalla: un assaig sobre el món com a interfície (pág. 47). Barcelona: Arcàdia.
En esta nueva realidad mediatizada, la memoria humana también ha sido reemplazada por una memoria algorítmica que nos muestra únicamente sesgos de todo el material existente, situación que choca con la idea inicial de Internet como herramienta participativa y democrática. En la última década, la ciudadanía se ha dado cuenta de que vive sumergida en un espacio hipercontrolado, pero es difícil no sucumbir a sus atractivos: conectarnos, relacionarnos, etc. No es de extrañar, por tanto, que surjan prácticas creativas digitales que reflejen y/o cuestionen un nuevo paradigma: la necesidad de expresarnos y ser escuchados. Tal como sucedía en el capítulo de Black Mirror titulado «Caída en picado» («Nosedive»), buena parte de la población vive pendiente de los simulacros de reconocimiento social que representan la cantidad de amigos o los likes en las redes, sin darnos cuenta de que nuestra representación digital es tal como han querido moldear las grandes compañías.
Hello World! or: how i learned to stop listening and love the noise y Testament
Dos ejemplos interesantes son Hello World! or: how i learned to stop listening and love the noise (2008), de Christopher Baker, y la serie Testament (2008-2017), de Natalie Bookchin.
La videoinstalación de Baker está compuesta por miles de imágenes de videoblogers (vlogers) hablando a su público desde los ordenadores situados en sus espacios privados (casa, trabajo, etc.), creando una gran cacofonía de desinhibidos relatos íntimos ante una cámara. En la serie Testament, Bookchin representa los efectos sociales y económicos del uso de las redes sociales y sus condiciones de producción. En las videoinstalaciones que la conforman, se apropia de frases o secuencias que se acercan a los patrones de lenguaje y comunicación impuestos en la red, que representan la combinación de intimidad y anonimato, de conectividad simultánea que caracteriza las relaciones personales (Bookchin, 2015).
Otra de las relaciones curiosas que surge en Internet es la de las imágenes con sus etiquetas (tags). Nos hemos visto obligados a archivar nuestros vídeos y nuestras fotos asociándolos a palabras, lo que ha dado lugar a innumerables agrupaciones subjetivas o poco acertadas, pero que reflejan en su conjunto las tendencias específicas de un determinado periodo de tiempo. Corinne Vionnet es una de las creadoras que explora, desde 2006, el fenómeno del turismo masificado a través de la serie Photo Opportunities: la Torre Eiffel, el Coliseo de Roma, el Big Ben o la Plaza Roja de Moscú son algunos de los collages de cientos de fotografías originales superpuestas apropiadas en la red y reproducidas en una sola imagen de marcado carácter pictórico. El animador Jasper Elings ofrece una curiosa versión recopilatoria de imágenes de mala calidad: Flashings in the Mirror (2009). Las fotos, encontradas en Internet, representan flashes inesperados, malos encuadres y posturas increíbles se conectan conformando una coherente e irónica narración audiovisual. En ambos proyectos se transmiten claramente algunas de las señales de nuestro tiempo: la repetición y la homogeneización global.