4.3. Cambio de ciclo: creación en la era del Big Data
4.3.2. Fin de la privacidad
A inicios de siglo, las circunstancias generaron un contexto específico en el que el ojo absoluto es el protagonista indiscutible de la economía del conocimiento, la misma que Alvin Toffler describió como el período más impactante desde la Revolución Industrial. Los cambios que ha llevado consigo no se circunscriben únicamente a aspectos tecnológicos y económicos, sino que se amplían a conceptos políticos y sociales a escala global.
Manuel Castells la define como la era de la información: consecuencia directa del importante desarrollo tecnológico que produce una importante ruptura con las pautas sociales y económicas establecidas. El espíritu libertario de los años sesenta llegó a materializarse con la creación de nuevas aplicaciones, usos y metas, ampliando el alcance de la innovación tecnológica y diversificando sus fuentes (Castells, 2004). Sin embargo, aquel espacio público sin aparentes ataduras ha sido construido y modelado por los medios en su propio beneficio.
Los primeros trabajos críticos de net.art sobre la vigilancia en espacios públicos, como CCTV Sabotage (1998), de Heath Bunting y Rachel Baker, ponen en entredicho la eficacia de las videocámaras, mientras que Guide to Closed Circuit Television (CCTV) destruction (2001), de RTMark, es mucho más radical, ya que enseña de modo irónico a hacer desaparecer cualquier tipo de dispositivo de videovigilancia. Este tipo de propuestas dan paso a otras más intimistas, en las que se fusionan crítica y narración poética, tal como sucede en las propuestas de Jill Magid, en las que explora la sutil relación del individuo con los sistemas de videovigilancia.
En Evidence Locker (2004), la artista se convierte en protagonista del registro del circuito cerrado de televisión de Liverpool, en concomitancia con las autoridades de la ciudad. Durante los treinta y un días que dura la experiencia, Magid es grabada llevando una llamativa gabardina de color rojo. Tras cada registro solicita la cinta policial para su posterior edición a través de los formularios oficiales creados a ese efecto, con la peculiaridad de que redacta cada documento como si se tratara de una carta a un amante. En cada una de ellas expresaba sus sentimientos y pensamientos. Esa peculiar relación epistolar se recopila posteriormente en forma de diario mostrando un retrato íntimo de la relación entre la creadora, la policía y la ciudad (Magid, 2004).
Jill Magid
Jill Magid inició su carrera como artista con la intervención Lobby 7 (1999), ejecutada en la entrada principal del Massachusetts Institute of Technology (MIT). En esta se apropia del sistema que proyectaba en un monitor la información de las actividades diarias del centro. Sustituye las imágenes corporativas por otras enviadas desde una pequeña cámara, experiencia que pretendía crear una nueva relación entre su cuerpo, el edificio y las personas que circulaban por él a través de la tecnología.
En 2003, creó la compañía System Azure Security Ornamentation, bajo cuya tutela decora manualmente con cristales de bisutería baratos diversas cámaras de seguridad policial en Ámsterdam, ridiculizando y haciendo más evidentes esas herramientas que el poder quiere que permanezcan ocultas.
Ante la banalización del uso de las cámaras web y el aletargamiento de buena parte de los usuarios de Internet, 0100101110101101.org –pareja artística italiana formada por Eva y Franco Mattes– realizó una impactante performance: No Fun (2010), que publican en una conocida plataforma de videochat, Chatroulette, la cual permite a personas de todo el mundo –de forma anónima y al azar– verse entre sí a través de sus cámaras web y chatear. Miles de personas observaron durante horas cómo una persona se balanceaba lentamente tras suicidarse. El hombre ahorcado era Franco Mattes y la escena era un montaje. Todas las interacciones con la misma fueron grabadas y recopiladas en un vídeo que fue posteriormente publicado en la Red. No Fun recoge todo tipo de reacciones: desde la más predecible a la más inaudita, unos ríen creyendo que es una broma, mientras otros se quedan inmóviles. Hay quien insulta al cadáver y algunos, en una postura cínica e inexplicable, toman fotografías con sus teléfonos móviles. Pero lo más impactante es que de todos los internautas solo uno llamó a la policía. Aunque los creadores solo pretendían crear un experimento en línea, la percepción y el juego entre el binomio objetividad-subjetividad juegan un papel fundamental.
La proliferación del uso de las redes sociales se ve reflejada en un buen número de prácticas artísticas asociadas a la creciente concienciación y preocupación sobre la incidencia que poseen sobre nuestra privacidad.
Sobre todo, teniendo en cuenta que buena parte de los usuarios perciben el ámbito digital como si fuera real. Ante el sesgo de información ofrecida por los medios, llaman la atención las propuestas creativas que ayudan a contextualizar la verdadera posición (mercantilista y de vigilancia) de Internet. Pocos creadores poseen los conocimientos y recursos necesarios para desenmascarar su cara oculta. Aram Bartholl, Evan Roth y Jon Rafman son ejemplos representativos de una nueva generación de jóvenes creadores y expertos artistas familiarizados con el manejo y desarrollo de herramientas digitales. Esa circunstancia les permite experimentar a fondo con las mismas, ofreciendo una peculiar perspectiva crítica que da lugar a nuevos paradigmas artísticos y analíticos. En muchas ocasiones logran sus objetivos gracias al uso de software libre, factor que les permite idear y gestionar –sin potentes intermediarios tecnológicos de por medio– prácticas innovadoras y de alto nivel crítico.
El alemán Aram Bartholl, por ejemplo, se ha dado a conocer internacionalmente por sus acciones en las que investiga sobre la incierta relación entre los individuos y los medios de comunicación desde un peculiar punto de vista. Critica con ironía el sometimiento de los primeros y busca siempre nuevas líneas de creación en libertad. Si en Silver Cell (2004) proponía la utilización de una exclusiva (y barata) jaula de Faraday que evita que el móvil pueda ser rastreado, en la instalación pública Map (2006-2010) transfiere el punto exacto donde las marcas que Google Maps señalan el centro de cada ciudad a un espacio físico, con el objetivo de vincular la relación entre el espacio de información digital al espacio cotidiano.
El trabajo de Evan Roth incluye piezas aparentemente bastante inconexas, pero su denominador común es la crítica y el rechazo ante todo tipo de control y de injerencia política. Utiliza habitualmente herramientas de código abierto que le permiten concebir, realizar y publicar independientemente sus acciones subversivas en poco tiempo, provocando una respuesta rápida entre sus seguidores. Respecto a los aires que se respiran en cuanto a registro y vigilancia se refiere, nos parecen especialmente representativas y sintomáticas sus acciones: #1 Bad Ass Mother Fucker (2005) e Intellectual Property Donor (2008). En la primera, invitaba a popularizar una página con un título absurdo (y ofensivo para algunos) con el objetivo de que alcanzara los primeros puestos de Google simplemente haciendo clic. De ese modo, consiguió manipular las encuestas de seguimiento que realiza la compañía demostrando su poca fiabilidad. En Intellectual Property Donor, en protesta contra la Ley de Copyrigth estadounidense, invitaba a sus conciudadanos a pegar una etiqueta en la parte trasera del documento de identidad con la intención de donar libremente su propiedad intelectual al dominio público.
Una de sus acciones más conocidas, TSA Communication (2008), surgió como protesta a las medidas de seguridad extremas, algunas de ellas secretas, adoptadas en los aeropuertos por la Transportation Security Administration (TSA), organismo creado para reforzar la seguridad de los sistemas de transporte de la nación y asegurar la libre circulación de las personas y el comercio.
Consciente del potencial del trabajo colaborativo, en 2007 creó, junto a James Powderly, The Free Art and Technology Lab (F.A.T. Lab), una red internacional de creadores multidisciplinares, ingenieros, científicos y abogados. Todos ellos se proponen enriquecer conjuntamente el dominio público con obras tecnológicas creativas orientadas a la investigación y al desarrollo, en un cruce entre cultura pop y tecnología abierta. Entre otros, crean una serie de proyectos con el lema «Fuck Google!!!», liderados por Aram Bartholl. Con ellos pretenden denunciar el riesgo que supone la acumulación de datos privados sobre cualquier aspecto de nuestra intimidad con el objetivo de ser utilizados –previo pago– con fines comerciales. Destacamos, sobre todo por su repercusión, el trabajo realizado en el taller How to build a fake Google Street View car (2010) desarrollado en la Transmediale. Tras intensos debates, se mostraron alternativas de software libre y se construyó un falso vehículo de Google Street View que conquistó la ciudad de Berlín. Durante su paseo, registró las reacciones de los viandantes en uno de los países más concienciados sobre los usos reales de la aplicación. Su trabajo hace referencia a una cuestión que se ha convertido en un importante eje central sobre el control tecnológico actual: el poder ejercido sobre los datos privados a través de las redes informáticas, tanto por los estados como por empresas privadas, ya que afecta a todos los ciudadanos ciberconectados (González Díaz, 2014).
Si Bartholl y Roth desarrollan acciones críticas sobre las plataformas más actuales de la Red, Jon Rafman personaliza los nuevos paradigmas de creación de finales de la primera década del siglo XXI. Su paradigmático 9 Eyes of Google Street View (2009) es proyecto al que dedicó innumerables horas explorando el mundo a través de la pantalla del ordenador. Durante ese visionado voyeur busca permanentemente imágenes impactantes, extrañas e imprevisibles que captura y muestra como si de un reportaje de viajes se tratara. Su colección digital contiene representaciones tan peculiares como: una casa en llamas en una calle despoblada de Arkansas –ante la que el vehículo de Google parece circular con total despreocupación–, un joven que sale del maletero de un vehículo, la inquietante y cinematográfica toma de una mujer solitaria y espectralmente blanca en una playa desierta, accidentes de tráfico, caballos desbocados, detenciones policiales, escenas de prostitución callejera, un hombre saliendo de la ventana del primer piso de una casa, personajes anónimos en el interior de sus viviendas y militares patrullando o desfilando. Rafman compara su trabajo de búsqueda en Google con las de fotorreporteros clásicos como Henri Cartier-Bresson, profesional siempre alerta en su búsqueda del instante decisivo.
Si en 9 Eyes of Google Street View se trataba de descubrir detalles entre un maremágnum de recorridos, el italiano Carlo Zanni realiza un ejercicio autorreferencial en Self Portrait With Dog (2008), buscando las imágenes de sus paseos con su perro por Milán a través de Google Street View. Bartholl ya había presentado una obra de similares características titulada 15 seconds of fame (2010), también fruto de la casualidad al ser inmortalizado por la misma multinacional, aunque su modus operandi es bastante diferente: expone y vende las capturas de las imágenes en una galería bajo la provocadora denominación de autorretrato, como muestra de disensión hacia el dudoso sistema de recopilación de datos de la empresa.
La esencia de un buen número de las piezas que hacen referencia explícita a Google o a cualquier otro navegador o gran plataforma digital incide en un aspecto crucial descrito hace décadas en La sociedad del espectáculo por Guy Debord:
El mundo sensible es sustituido por una selección de imágenes que existen por encima de él, y que aparecen al mismo tiempo como lo sensible por excelencia.
G. Debord (1995). La Sociedad del espectáculo (pág. 52). Buenos Aires: La Marca Editora.
Las innegables capacidades de los buscadores o de las redes sociales deben ser apropiadas y reinterpretadas como herramientas o fuentes de material creativo, pero sigue siendo necesario ampliar el conocimiento sobre procesos, metodologías y consecuencias de su uso.
Daily Overview
Proyectos como Daily Overview, de Benjamin Grantt, por ejemplo, supieron sacar partido en su momento –y que difunde desde hace años a través de su web y de las redes– de imágenes satelitales que nos ofrecen una visión impactante de la tierra y de nuestra huella sobre la misma. La belleza de todas las composiciones ofrece una relectura por capas sobre la evolución de cada territorio.