1.3. Un sector complejo que crece y cambia rápidamente
Cuando hablamos de sector privado de las artes visuales nos referimos a los productores (artistas), a los distribuidores (galerías, museos, centros de arte, fundaciones, casas de subastas) y, finalmente, a los consumidores (el público, los usuarios de las artes). Alrededor de estos se mueven e interactúan muchísimos profesionales que desarrollan su trabajo de manera individual o en pequeñas empresas: comisarios, asesores artísticos (a menudo denominados en inglés art advisors), historiadores del arte, críticos, editores (mercado del conocimiento), transportistas, enmarcadores, montadores (logística de producción y exposición) y un largo etcétera.
Para una descripción rigurosa de los sectores de la cultura, entre los cuales el sector privado de las artes es un subsector, nos remitimos al detallado texto de Luis Miguel Arroyo Yanes, del que citamos a continuación un amplio pasaje:
«La expresión “sectores culturales” o “sectores de la cultura” nos traslada de inmediato a un capítulo del llamado sector servicios, objeto de estudio de la economía general y sobre el cual los Estados despliegan títulos de intervención y políticas públicas, al igual que sucede con otras actividades propias del sector terciario. Significa ello que cuando hablamos de los sectores culturales (que, a su vez […] pueden dividirse internamente en subsectores) estamos haciendo referencia a varias cosas a la vez: a la actividad propiamente dicha y a los sujetos que las desarrollan (las llamadas empresas e industrias culturales) o que las disfrutan (los consumidores, sea individualmente o en forma de público), a los actores públicos que intervienen sobre las mismas (Administraciones, legisladores, entes públicos diversos, etc.) y a la problemática que suscita cada uno de los mercados específicos sobre los que se asientan las actividades culturales que se desarrollan y los bienes culturales que se encuentran afectados.»
El autor prosigue su investigación problematizando oportunamente nuestro ámbito de estudio:
«[…] no puede disociarse la expresión sector cultural de términos tales como bienes culturales, mercados de la cultura, industrias y empresas culturales, sectores administrativos culturales, etc. Por ello, hemos de entender que, a pesar de tener un origen nítidamente económico, al hablar de sectores culturales estamos refiriéndonos a una realidad mucho más compleja, que supera la mera lectura económica al incorporarse a ella aspectos politológicos, sociológicos, jurídico-administrativos o internacionales (por recordar sólo algunos de los más explícitos). Sectores, por lo tanto, que por referirse a una realidad que, como la cultura, es objeto de estudio de múltiples disciplinas, trasciende el compartimento cerrado del mundo económico para, sin salir de él –pues la variable económica es aquí determinante–, encontrar apoyos en disciplinas que le son conexas y que pueden contribuir a explicar los análisis, posibilitando una mayor profundización sobre su conocimiento.»