A lo largo de este material, el lector habrá podido comprobar lo importante de la labor del sector público en las artes visuales, así como lo necesario de gestionar correctamente los recursos comunes en la construcción de un sistema más sólido.
La Administración pública, en sus múltiples formas, es un ser monstruoso y gigantesco, de andar lento y a veces torpe, que trata de avanzar siempre hacia adelante, pero que a veces también retrocede o simplemente se queda quieto al encontrarse un obstáculo en el camino. La excesiva burocracia, necesaria para garantizar la igualdad de condiciones en las convocatorias o luchar contra el uso indebido de presupuestos o bienes, choca con el proceder creativo, que en ocasiones busca las grietas del sistema para conseguir sus fines.
Debe ser objetivo de todos los profesionales del mundo del arte el luchar por una flexibilidad de procesos, por una mejora en la calidad del trabajo y por una ambición colectiva de visibilidad y reconocimiento social más allá de su círculo profesional. Sería una necesidad en todos los sectores, pero una prioridad en el público.