1.1. El Gótico
1.1.4. El color en la Edad Media: materia y luz
En la Edad Media, el problema del color es ante todo un problema teológico. Como hemos podido ver hasta aquí: «el color no es solo un fenómeno físico y perceptivo; también es una construcción cultural compleja. El color es, ante todo, un fenómeno social» (Pastoureau, 2006, pág. 125). Este problema generó continuos debates entre los partidarios de concebir el color como materia y los que defendían el color como luz. A continuación, veremos las implicaciones filosóficas de esta dualidad. De entrada, asumir una de estas dos posturas suponía estar a favor o en contra del uso del color.
Todavía en esta época, el color no se entendía como fenómeno perceptivo, sino como mera sustancia que envuelve a los cuerpos. Para la Iglesia, la luz es emanación del Creador; por lo tanto, si el color forma parte de la luz, también forma parte de lo divino. Si, por el contrario, el color es solo envoltura material, se desvía de lo sagrado y se convierte en mero artificio que distrae al fiel de su ascenso hacia su encuentro con Dios.
El color bajo esta ideología se convertirá en un asunto inmoral y pernicioso. Hasta el siglo xii aproximadamente, serán numerosos los autores que apoyarán esta aversión al color. A partir de esta fecha, la defensa del color como luz resurgirá a través de las voces que desde dentro de la misma Iglesia no están de acuerdo con estas posturas (Pastoureau, 2006). Como podemos imaginar, este hecho afectará de forma directa no solo a los artistas, sino también al tipo de imágenes que consumirán las gentes de la Edad Media; llega a afectar, incluso, en la vida cotidiana.